Las estrellas siempre están ahí. Busca la tuya.

jueves, 30 de septiembre de 2010

CAPÍTULO III
¿Y ahora qué?

Y después de perdonarlo todo, de repasarlo todo, de vaciarme, la pregunta estaba cantada: ¿Y ahora qué?
Lo había perdido todo. Todo el “mapa” se había destrozado y me encontraba sola ante el “territorio” propiamente dicho.
Toda la programación mental y la lógica se habían ausentado. Quedaba sitio suficiente para la Intuición.
Y ella me decía: sigue tu camino, sigue tu alma, vaya a donde vaya, crea lo que tenga que creer.
Sigue, no tienes nada que perder. Y, al menos, quizás, ganarás tranquilidad, al no tener que reflexionarlo todo.
Y, de repente, me acordé de John Selby y su libro. Me acordé del día que estaba en el trabajo, leyendo el libro y siguiendo un ejercicio práctico: siente tu respiración y tus latidos, las dos cosas a la vez.
Y allí, aquel día, fue mi primer contacto con el Presente.
Y ahora mi Intuición me decía que siguiera aquellas prácticas, aquellos ejercicios….

Y, por otro lado.
Por otro lado ya habían empezado los mensajes de Ellos.
La primera vez que “los” oí fue en un sueño. Me decían que fuera más cerca, -¡acércate a nosotros!
Y yo, en el sueño, les decía que yo vivía muy lejos, que era imposible. Luego, al despertar, entendí que no era un “lugar físico” al que tuviera que ir. (29/04).
La segunda vez no estaba durmiendo. Estaba despierta, intentando relajarme y dormir; olvidar el dolor de piernas y de cabeza. Y, de repente, dentro de mi cabeza, una voz me decía -¡Sácate tu dolor de cabeza, tenemos algo que enseñarte!
Intenté quitarme el dolor de cabeza, pero muy tensa aún, ví una cueva. Yo estaba fuera, había “gente” dentro y luz, que parecía luz de antorcha. Me dio miedo entrar. No me atreví, y allí se desvaneció la ¿visión? (15/05)
La tercera, fue un encuentro muy rápido. Al relajarme me encontré que me estaban pintando la cara, y yo no quería, y estaba asustada; así que también salí rápido de la visión.
Y la cuarta….
La cuarta me encontré delante de un acceso. Me preguntaron si quería entrar y dije que sí. Me dijeron que me quitara lo que “llevaba encima”, que tenía que entrar sin nada. Así que lo dejé todo fuera y entré.
Había “gente” dentro. Me enseñaron MI habitación y mis cosas. En aquel momento no sabía si tenía que aprender a utilizar mis cosas o desprenderme de ellas, o hacer “limpieza” de útiles e inútiles….

En fin….
La siguiente vez que abrí la puerta del inconsciente, estando consciente….me encontré bajando por la cueva, por el otro lado….
(pero eso ya es avanzar mucho en el tiempo) y lo único que está a mi alcance es el PRESENTE....


Me quedo, de momento, en la apertura y las visiones de lo que Jung denomina La Sombra.

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